miércoles, 24 de junio de 2015

Día 9 - Viaje a Philadelphia


Después de estudiar como pude el resto de la ruta que teníamos hasta Philadelphia me había quedado más o menos claro qué carreteras debíamos de tomar, pero por si acaso me hice un pequeño documento para consultarlo durante el viaje. Alguno se preguntará el porqué no pillamos el GPS cuando alquilamos el coche y es que no me gusta, me distrae más que me ayuda, las experiencias que he tenido con él no han sido buenas, porque además me ha metido por sitios donde no era, así que para perderme igualmente, prefiero perderme sin ayuda. Nos quedaba aún más de la mitad del recorrido, en realidad la idea que tenía antes de hacer el viaje era quedarnos más a medio camino, pero al final las circunstancias han sido otras y casi que menos mal, porque si tenemos que ir más lejos después de lo que tardamos en cruzar la frontera no hubieramos visto nada.


En el hotel teníamos el desayuno incluido, así que hemos ido a la zona del desayuno y la teníamos para nosotros solos, todo a nuestra disposición y sin tener que esperar por que liberen la tostadora o, como en este caso, la plancha de waffles. Como hacía tiempo que no lo comía me he hecho uno, no ha quedado muy presentable, pero estaba bueno, lo único que no había chocolate y lo he comido con el sirope de arce. Una vez desayunados hemos salido hacia Philly. El día se había levantado lluvioso y en algunos tramos el spray que levantaban los camiones era molesto, pero hemos ido a nuestro ritmo y hemos ido haciendo millas hasta llegar a Albanny donde al final hemos terminado en el peaje... aunque no era nuestra intención. Así que ya puestos hemos decidido ir hasta el final por la autopista de peaje y la verdad es que ha sido muy barato, han sido unas 110 millas y nos han cobrado unos 5€, así que ha merecido la pena.

Antes de terminar la autopista se nos ha encendido la luz de reserva y he pensado que nos quedábamos tirados, porque la verdad es que no hemos visto demasiadas estaciones de servicio en la autopista, por suerte a las pocas millas de salir del peaje había una y hemos montado otro numerito para pagar, aunque esta vez, al menos no ha sido para abrir el depósito que ya sabíamos donde estaba la palanca para abrir la tapa. Aquí los surtidores son como algunos que ya han empezado a instalar en España, que pagas directamente con la tarjeta, el caso es que  lo hemos intentado, pero hemos abandonado, porque nos pedía el código postal ¿? luego otra cosa y al final nos ha dicho algo la de la caseta que no hemos entendido, hemos ido a hablar con ella y hemos pagado en efectivo, 25$ y hemos llenado más de la mitad del depósito... debíamos haber echado menos.

Una vez resuelto el tema del combustible, detalle muy importante, la verdad, hemos continuado nuestro viaje y como hasta ese momento todo iba bien, no podía ser así y había que hacer alguno de nuestros desvíos por miedo a habernos liado. El caso es que he visto la salida a la 202, que era la siguiente carretera que debíamos tomar y me he empezado a mosquear, me parecía demasiado pronto, pero... total, que nos hemos salido de la 287 y nos hemos metido en un pueblo a gorronear wifi, como no hemos encontrado ninguna abierta a la que conectarnos, he cogido el portátil y me he metido en una tienda de motos y le he preguntado al paisano por la desviación que quería coger. Me ha dicho que íbamos bien, por donde íbamos, pero que nos quedaban unas cuantas millas, casi una hora hasta el desvío... y es que la 202 va casi en paralelo a la 287, mientras que la 287 es una interestatal que no tiene semáforos ni apenas incorporaciones la 202 es otra cosa y tiene todo lo anterior.

Así que otra vez en marcha y siguiendo todas las indicaciones sin error, le iba a decir a Alberto que era curioso, pero que no habíamos visto ninguna rotonda y nos hemos encontrado con una, la primera, que además es donde teníamos que desviarnos un poco para coger la 31. Después de la 31 hemos ido por la 579 y esta era un equivalemente a nuestras comarcales, pero hemos pasado por unos sitios muy chulos, con una casas en medio de la nada, que era para verlas. Y al final hemos terminado en la interestatal 95 que nos tenía que llevar hasta Philadelphia. Como iba siendo la hora de comer nos hemos salido en un sitio para comer algo y hemos terminado en un buffet libre por unos 9€. Había bastante variedad y no estaba mal del todo, aunque la pizza era un poco floja.

De vuelta a la 95 pensábamos que estábamos más lejos de Philly, pero a lo lejos entre la bruma se distinguían los picos de las torres Liberty place, dos de los edificios más altos de la ciudad que son facilmente reconocibles. Íbamos con bastante adelanto sobre lo previsto y, a pesar, del atasco que hemos pillado a la entrada nos faltaban casi dos horas y pico para devolver el coche, así que al pasar junto al Wells Fargo Center y el Lincoln Financial Field, nos hemos salido y los hemos visto desde el coche, luego hemos salido por un sitio y sin querer nos hemos metido en los antiguos astilleros de la marina de Philadelphia. Nos ha molado, había un montón de barcos, en un estado algo lamentable, pero era curioso, lo único que no hemos sacado fotos ni nos hemos parado, la verdad es que ha sido un poco raro, porque parecía privado al entrar, pero tampoco nos ha parado nadie, así que estábamos pensando si nos habríamos pasado por error, pero claro, tampoco nos estarían dejando ir con el coche como íbamos y habrían salido detrás de nosotros, vamos, que nos estábamos montando una buena película y no, no nos hemos colado, se podía entrar y después nos hemos arrepentido de no haber hecho fotos, pero vamos a ir a verlos, que hay un tour.

Desde allí llegar al aeropuerto ha sido fácil y en pocos minutos estábamos devolviendo el coche. Al final le hemos hecho más kilometros que los que tenía cuando nos lo dieron, ya que han sido unos ochocientos. Me ha gustado el coche, pero la luneta trasera es un poco pequeña y no se si es que no he sabido regular bien los espejos, pero el ángulo muerto que tiene es bastante mayor que el de mi Clio. Una vez devuelto el coche, nos han llevado en autobús a la terminal y allí hemos cogido el tren hasta el centro ciudad. El billete se le compra al pica y realmente es un pica de verdad, porque se ha puesto a marcar cosas en el billete y ha resultado muy curioso.

Desde la estación de Jefferson al hotel no ha llegado a los diez minutos andando, así que estamos muy bien comunicados. La habitación que nos han dado es interior, la ventana que tenemos da a una especie de patio interior que hay, es como una corrala, de todos modos, habitaciones con ventana exterior me da que sólo hay tres o cuatro por planta como mucho. En general la habitación está bien, y las camas son grandes y parecen cómodas. Cuando estábamos entrando al hotel se estaba preparando una buena, así que hemos estado un rato en la habitación y luego hemos salido a pasear.  La lluvia ha servido para que se despejara el ambiente y se fuera un poco del bochorno que hacía, lo cual ha sido de agradecer.


Hemos estado paseando un poco y hemos visto alguna fauna un tanto pintoresca cerca del hotel, pero bueno en general no me ha parecido inseguro.Según paseábamos se ha empezado a tornar todo el ambiente amarillento con la luz del ocaso, ha sido una pasada, además las nubes que había, muy curiosas, creo que ha sido una de las luces solares más bonitas que haya visto, y me ha dado un poco de rabia no haber sacado la cámara, al menos con el móvil he sacado alguna y todas las fotos de esta entrada son de móvil.


Para cenar hemos ido a The Cheesecake Factory, que es la cadena de restaurantes donde trabaja Penny y hemos alucinado un poco con el sitio. Primero por que tenía pinta de ser un poco pijo, nos han llevado a la mesa y ahí ya ha sido el espectáculo total, porque si no había cincuenta camareros no había ninguno, algunos parecían grupos de lemmings siguiendo al líder para no hacer nada, se agolpaban en las cajas, no se, muy cogido con pinzas todo. Al ver la carta me he acordado de Ramsey cuando dice que hay muchísimas cosas, esta es un libro, sin exagerar con 10 páginas y hay de todo, de tal modo, que nos hemos agobiado un poco con que pedir, así que una vez decidido que queríamos hemos visto en esa página que pedir dentro de las tropecientas opciones que había. Al final he pedido pasta con ajo y estaba buena, además la ración estaba bien, la de Alberto era algo excesiva, ha pedido albondigas con pasta. De todos modos en muchas mesas había bolsas con comida que se llevaban para casa, porque eso se hace aquí y es lo más normal del mundo, si no puedes con lo que te ponen te lo llevas, que para eso lo pagas. Otra cosa que no me ha gustado es la poca luz que había en general en el local, me gusta ver lo que como y ha sido complicado. Hemos pedido postre y claro, ha sido el postre que da nombre al local... tienen unas veintitantas variedades diferentes de tartas de queso y me he decidido por una de tiramisú que estaba muy rica.

Y así se terminaba el día, en el hotel he visto que el restaurante se abrió hoy mismo, así que de ahí algunas cosas que nos han hecho tanta gracia, de todos modos, tienen, para nuestro gusto un exceso de personal y de carta importante.

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