El primer vuelo, el LH1123 nos llevaba a Frankfurt sin mayor problema, todo fue muy bien, ya que, aunque con el avión en remoto el embarque fue rápido y salimos en hora, El avión el D-AISO está a punto de llegar a los siete años de operación, pero estaba bastante nuevo, nos sirvieron un desayuno y sin apenas darnos cuenta estábamos en Frankfurt.
Nos bajaron del avión con jardinera, como la última vez que estuve y después de dejarnos en el área de tránsito entramos en la terminal. Frankfurt tiene servicio WiFi gratuito 24h, previo registro, el registro es sencillo, pero la verdad es que iba un poco lento, pero al final lo conseguí, teníamos unas tres horas de tránsito y mejor tener algo con lo que entretenernos, ya que descartaba hacer fotos desde la terminal a los aviones, porque de otras veces ya he probado que hay demasiado reflejos y parece que tengas dos aviones. Además de la conexión gratis hay periódicos a disposición de los pasajeros, no hay máquinas de café como en Múnich, pero ya es algo más que en Barajas.
Nuestro siguiente vuelo, el LH740, se encontraba en la puerta B25, así que tuvimos que andar un rato hasta llegar a ella, se encuentra en otra zona de la terminal donde, además de Lufthansa aparcan otras aerolíneas de Star Alliance, como Singapore y Thai, que operan con sus A380 y son los que vimos, no habían terminado de sacar el de Singapore y ya estaban colocando el de Thai, Para acceder a la zona de embarque tuvimos que pasar inmigración y, la verdad, es que mis experiencias en Frankfurt con este tema son muy buenas, me atendió un agente en castellano y estuvimos bromeando un poco con mi segundo apellido y el pelo. El vuelo a Toronto lo íbamos hacer en un B774, llamado Bremen y con registro D-ABVP, un poco más veterano que el anterior vuelo, este tenía algo más de dieciocho años de servicio.
Después de un embarque un tanto caótico, lo de hacer una fila, la verdad es que no debía de ser lo fuerte de los que estábamos allí entramos al avión, El interior estaba nuevo, los asientos más finos que está poniendo en economy Lufthansa son relativamente cómodos y parece que dan un poco mas de pitch con lo cual tenía espacio para las piernas, o al menos la sensación de tener algo más de espacio, claro que también en esa sensación tiene que ver que el avión es más grande. Finalmente con unos cuarenta minutos de retraso salíamos de Frankfurt con destino Toronto.
El remozado interior del avión incluía el equipo de entretenimiento a bordo y la pantalla táctil la verdad es que funcionaba de maravilla. Estuve cotilleando la selección de películas, pero esta vez había menos que me interesasen, así que pasé a los juegos y estuve un buen rato con uno hasta que llegó la hora de la comida, En el primer servicio teníamos para elegir pollo o pasta y elegí pollo, problema, además del normal de ser comida de avión, sin lujos, el pimiento, tuve que apartarlo un poco, porque habían sido bastante generosos con el. Después decidí dar una cabezadita y cuando me desperté ya sólo quedaban unas tres horas hasta el destino, así que me puse a ver Kingsman y bueno, no me hizo demasiada gracia, la verdad, me gustó el acento que ponía Samuel L. Jackson al hablar y algun punto que tenía, pero en general, me dejó indiferente. Antes de terminarla nos dieron la merienda, a elegir, pavo o pizza, elegí pizza y tras darle el primer bocado, era tipo calzzone, allí se quedó, estaba rellena con mas pimiento que otra cosa y esta vez no iba a poder apartarlo, así que me quedé sin merienda.
Casi sin darnos cuenta estábamos aterrizando en Toronto, A la salida del finger unos agentes de aduanas nos iban pidiendo los pasaportes, una mera inspección visual y tras esto, pues andar hasta la zona de inmigración. A pesar de haber un montón de gente, nos debimos juntar varios vuelos, la fila se movía bastante rápida, en ella ya pudimos ver a algunos que llegaban a lo mismo que nosotros, ya que llevaban camisetas de RUSH y el agente que atendió a Alberto se lo comentó, que ya habían pasado unos pocos diciendo que llegaban para el concierto. La que me atendió a mi, se acababa de poner y me hizo unas pocas preguntas, pero bien, al rato ya estaba con un nuevo sello en el pasaporte y dentro de Canadá.
Tras recoger la maleta fuimos a por el coche, nos liamos un poco con las indicaciones, pero terminamos llegando. La chica del mostrador muy amable, ya sabia que íbamos a ir a las cataratas, creo que es el viaje más obvio de todos aquellos que alquilamos un coche para dos o tres días. Al final le pregunté sobre el cambio automático, porque lógicamente todos los coches son automáticos y me dijo que para nosotros con usar la P, R y D, teníamos suficiente, que eso si, que automático significaba que el cambio era automático y que no fuéramos haciendo una fiesta en el coche, porque no iba sólo :D
Una vez en el coche Alberto me tenía que indicar como ir hasta Niagara Falls, y, aunque al principio estaba un poco preocupado por aquello de ir a pisar el embrague, la verdad es que sin problema, dejé la pierna izquierda como tonta y en marcha. Para salir del aeropuerto no tuvimos demasiados problemas, pero las indicaciones, las que tenía preparadas para ir y las de las propias carreteras se encargaron de liarnos un poco y empezamos yendo en dirección contraria a donde queríamos, nos metimos en un atasco y hasta que pudimos hacer al cambio de sentido, pues pasaron unos kilómetros, cuando ya pensábamos que estaba todo controlado, no pude salirme por la salida que era y tuvimos que volver hacer otro cambio de sentido y cuando pensábamos que habíamos metido la pata y que tendríamos que volver a empezar, resultó que por fin, estábamos en la dirección correcta, Una vez en ella, ya no hubo complicaciones, más que nada, porque ya si, había carteles indicando a Niagara Falls y la llegada al hotel dentro de Niagara la hicimos a la primera.
El hotel lo tenemos a cinco minutos dejándonos caer por una cuesta de las cataratas, así que el coche no creo que lo usemos más hasta la vuelta de mañana a Toronto. En el hotel hay una concentración de coches antiguos y está completo. No está mal, es parecido a los hoteles de las películas, de esos de dos plantas con habitaciones en ambos niveles y el párking abajo. Nada más llegar, dejamos las cosas y nos fuimos a ver las cataratas. Es curioso, al menos para mi, cuando miraba los mapas y las fotos, siempre había pensado que las cataratas estaban en el lado norte, pero no, está en el sur, la corriente del río es de sur a norte y ayer, eso me descolocó un rato. La verdad es que impresionan, por el ruido y, sobre todo, por la cantidad de spray que generan, junto a ellas, en la parte superior parece que está lloviendo y la carretera está totalmente mojada, lo mismo que el paseo. Lo único malo, es que, como casi todo lo que toca el hombre, tiene que joderlo y hay unos rastros de espuma de suciedad bastante grandes.
Tras la primera toma de contacto nos fuimos a cenar y terminamos en el Hard Rock café, otro más para la lista. La carta similar a la de todos, pero con ligeros cambios, así, la blackened chiken pasta, aquí lleva salchichas. De precio poco más o menos como todos, pero aquí no se paga lo que marca, si no que hay que añadirle los impuestos y luego, por supuesto, la propina, mínimo 10%, pero incluso con el pago con tarjeta ya lo puedes incluir, te aparece un menú donde seleccionas el porcentaje de propina que quieres dejar... esto es américa ;)
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