Tocaba madrugar, aunque la estación estaba relativamente cerca del hotel, en vez de ir andando con las maletas como la vez anterior cuando llegamos, pensamos en coger el metro. Terminamos las cosas que habíamos comprado para el desayuno y nos pusimos en marcha. Como ayer ya habíamos pasado por Union Station más o menos teníamos claro a donde teníamos que ir.
El tren salía a las 9:25h, pero por si acaso preferíamos estar un poco antes. Union Station la están reformando, así que está todo un poco patas arriba y la sensación que da es de frialdad y que está un poco destartalado. En la zona de espera nos hemos encontrado con otros que llevaban camisetas de RUSH y que iban para Montreal también después de haberles visto la noche anterior. No eran los únicos, porque en el tren se veían bastantes camisetas, parece que estamos de romeria. El acceso al andén empezaba media hora antes de la salida, pero antes se ha empezado a formar cola, así que nos hemos puesto en ella, ha llegado un tipo con una balanza móvil y ha ido pesando los bultos sospechosos de pasarse del peso, ya que dependiendo del tipo de tarifa tienes una franquicia de equipaje diferente. En nuestro caso era la tarifa más barata, la Escape, que permite un bulto y una maleta de hasta 18kg, no nos han dicho nada y al poco de pasar el hombre este, ha llegado una chica controlando los billetes, en realidad el código bidi del billete, así que con el mismo móvil puedes acceder al tren.
El vagón del tren era un poco antiguo, pero bastante cómodo y con un buen espacio para las piernas. Los asientos tienen enchufes y hay servicio wifi gratuito, que ya sabía de antes y por eso decidí dejar la actualización del día anterior para estar entretenido en el tren. Intenté hablar con la gente de asshai a través del wassapp, pero no hubo suerte, pero al menos si que hablé con mi prima Noelia, así que con unas cosas y otras el viaje se hizo más ameno, porque eran unas cinco horas de tren. Elegí el hacer este viaje en tren, porque era lo más barato, la verdad, podíamos haber cogido un coche, pero el tiempo de ahorro, tampoco lo merecía y, en principio en Montreal no lo usaríamos, así que sería un poco tonto haberlo alquilado. De camino nos cruzamos con varios mercancias de esos que pasan los minutos y sigues viendo pasar vagones y más vagones, además de que algunos son más altos de lo que normalmente son en España. Es lógico que siendo un país tan enorme, el segundo más grande el mundo, el transporte de mercancías se realice por tren.
Al final hemos llegado con una media hora de retraso de Montreal, pero en general ha estado bien el viaje, sobre todo por la oportunidad de usar la wifi de forma gratuita. Nada más salir hemos ido andando al hotel, este está incluso más cerca que el de Toronto, tanto para ir a la estación, como para ir mañana al Centre Bell al concierto. Cuando hemos llegado al hotel hemos tenido un ligero problema con la reserva y es que no la encontraban, al final ha aparecido y es que realmente la han puesto a mi last name, Rubio, una vez encontrada, nos han asignado la habitación y es gigantesca, a ojo de buen cubero, la superficie total es de 40m2 una burrada, solamente en el armario podría poner una colchoneta y dormir tranquilamente. Después de fliparlo un poco con la habitación, que además tiene WiFi gratis y enchufes por todas partes, además de dos cargadores USB, nos hemos ido a comer, que iba siendo hora.
Hemos ido a una galería que habíamos visto al salir de la estación, pero estaba casi muerta, aunque nos hemos podido meter en uno y comer, hemos pedido unas ensaladas y para compartir el plato típico de Québec, el poutine, que son patatas fritas con queso fundido y caldo de carne, está rico. Cuando hemos terminado hemos empezado a deambular, porque no había mirado nada que visitar, salvo que quiero ir al circuito de Fórmula 1 y tocar el muro de los campeones, así que hemos ido hacia un lado que habíamos visto un edificio chulo, que ha resultado ser una estación y junto a el está el Centre Bell, así que ya lo tenemos ubicado para mañana, después a seguir pateando yendo hacia la zona de los muelles.
Mientras íbamos yendo, me ha parecido, al menos la zona cercana a la estación de mucho contraste entre edificios nuevos, en ruinas y solares. Me ha llamado mucho la atención una fábrica enorme que hay abandonada a la entrada y unos metros más allá unos edificios modernisímos de oficinas. Siguiendo sin rumbo hemos llegado al viejo Montreal y esto ya me ha gustado más, en cierto modo, me ha recordado a París por el estilo de los edificios aunque no le llega ni a la mitad en inmensidad. Por buscarle parecido tienen hasta su propia Notre Dame, la cual es de juguete comparada con las parisina. La zona del antiguo puerto es una zona de recreo, con un paseo y no se si será lo normal, pero hoy sábado nos ha parecido ver mucha gente con pinta de tener dinero, de hecho hemos visto algunos Ferraris, un Lamborghini azul precioso y algunos Rolls Royce, además la manera de vestir, no se, muy pijo en general. El caso es que nosotros hemos ido a lo nuestro y hemos llegado a la tour de l'horloge, o lo que es lo mismo, la torre del reloj a la que se podía subir gratis y eso hemos hecho.
Las vistas no son nada del otro mundo, pero bueno, merece la pena la subida de 192 escalones para tener otra visión de la ciudad. De este modo también hemos podido ubicar cosas que parecían interesantes de ver, como el ayuntmiento o el mercado Bonsecours. Junto al ayuntamiento está la plaza Jacques Cartier, en donde, como a una especie de plaza de Montmatre se ponen artistas callejeros a hacer caricaturas, tocar música u ofrecer un espectáculo de variedades como un que era el que más gente tenía congregada a su alrededor. La verdad es que el tipo se lo curraba, era entretenido, hacia participar al publico y resultaba divertido. Cuando ha terminado hemos seguido bajando hasta la calle Saint Paul, que es peatonal y hemos empezado a desandar lo andado. De todos modos hemos mirado cosas y hemos entrado a ver si Alberto encontraba unas galletas de jarabe de arce que le han comentado y que no terminamos de encontrar, pero en el sitio donde hemos entrado nos han dado a probar los diferentes tipos de jarabes de arce que hay y como se obtienen. Ha sido bastante instructivo, pero, aunque me ha gustado, no le veo aplicación práctica en casa, así que no lo voy a comprar.
Iba siendo hora de pensar en cenar algo, así que hemos buscado algún sitio relativamente cerca del hotel y hemos terminado en el último local de una calle en una terraza. El servicio ha sido bastante lento, la verdad, yo creo que el chaval estaba atendiendo dentro, fuera y se encargaba de la cocina. El caso es que mientras estábamos esperando a que nos trajeran la cena se ha sentado una pareja, el hombre con una camiseta de RUSH, así que nos hemos dado palique. Estos eran del estado de New York, de Syracuse, y como estaban a igual distancia de NYC que de Montreal, han decidido venir hasta Montreal, que además es en fin de semana, les hemos puesto los dientes largos con los conciertos de Toronto y luego hemos tenido un momento de risa con la gente que intentaba aparcar. Junto a la terraza, que estaba en una base de madera, que estaba en la línea de aparcamiento, el espacio no daba para más que un coche del tamaño de un Clio y justo, total que alguno más optimista de la cuenta lo ha intentado meter y claro, las tres mesas que estábamos allí, ya nos lo estábamos tomando a risa hasta que ha llegado uno y le ha metido un meneo a la terraza que lo hemos flipado. El tipo se ha disculpado y se ha largado, pero es que era imposible que lo metiera. Al menos con el ratillo ese se nos ha pasado el rato que esperábamos, porque el chaval ha sido un poco lento en la atención, aunque, al menos la cena estaba rica.
Tras la cena vuelta al hotel y a continuar flipándolo con el tamaño, casi dejo encerrado a Alberto en el armario de coña. Mañana supongo que iremos a la isla de Notre Dame y luego ya veremos, pero lo que es seguro que a las 20.00h estaremos en el Centre Bell viendo, de nuevo, a RUSH,
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