lunes, 17 de diciembre de 2018

Día 2 - Koh Kood



La primera noche dormí bastante, lo cual estuvo bastante bien para ir adaptando el cuerpo al horario local. El resort tenía desayuno incluido, consitente en un buffet con diferentes cosas, la verdad es que estaba bastante bien, además había un chico donde te preparaba huevos fritos en una plancha y bacon. Al terminar de desayunar nos fuimos a la playa a pasar la mañana, era el plan de la mañana. Como cuando llegamos ya no había ninguna hamaca libre, así que cogimos las del bungalow y pasamos la mañana entre baños y tumbados en las hamacas... vacaciones...
Para la tarde cogimos unas motos. Esto era lo que menos gracia me hacia del viaje. No he cogido muchas veces una moto y no estaba muy seguro de como me iba a ir con ella, y menos teniendo que llevar paquete, aunque la verdad es que no me he enterado que llevaba a Lorena detrás, no se movió nada, con lo cual me facilitó las cosas bastante. No fui muy suelto, cuando había algún coche detrás me sentía un poco incomodo, pero también es cierto que, a pesar de lo que pensaba en un principio fueron bastante pacientes para adelantar y no me molestarion en ningún momento. La ventaja de las motos es que nos permitieron movernos por la isla y lo primero que hicimos es ir a comer al lado de un embarcadero para ir luego a las catáratas de Klong Chao.

 Me arrepentí bastante de no haber llevado la cámara, porque el sitio estaba muy bien y hubiera podido hacer alguna foto chula de catárata. Estuvimos un ratito por allí y luego fuimos a tomar algo a un bar, Sunset Bar, se llamaba, que me recordó un poco al café del mar de Ibiza. Cuando terminamos, volvimos al resort a ducharnos y embadurnarnos de anti mosquitos.


Si coger la moto por la tarde  no me ilusionaba mucho, por la noche, menos todavía, pero bueno, al final tengo que reconocer que al no haber demasiado tráfico no fui muy mal del todo. Nos paramos a tomar algo en un sitio con una vista de la isla, pero como era de noche, no es que vieramos mucho, pero a cambio el granizado de piña estuvo de muerte. Ya iba siendo hora de cenar, así que estuvimos buscando un sitio y terminamos en un cutre sitio junto a un cruce, encima de una charca... cinco mesas, todas ocupadas y un cartel que rezaba "Paciencia sólo un chef", eso nos debía haber dado una idea de lo que íbamos a tardar, pero hasta que nos sirvió el primer plato que habíamos pedido, unas alitas de pollo, plato con un misterio de elaboración importante, tardó la friolera de una hora y cuarto, a partir de ahí, a pesar de haber dos platos iguales nos fueron llevando los platos de uno en uno. Esa había sido una de las coñas que habíamos tenido para la lentitud del servicio, pero al final se convirtió en realidad, iban haciendo un plato de cada vez, al terminar creo que debimos llegar a las dos horas desde que nos sentamos, ¿por qué no nos fuimos viendo el percal? pues porque era tarde y ya no íbamos a encontrar nada abierto, pero la verdad es que el servicio fue bastante nefasto y la comida nada del otro mundo, aunque comestible, menos mal, a su favor, que fue barato. Después de eso, vuelta al resort y a dormir, aunque hicimos un amago de ver algo en Netflix.

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