miércoles, 26 de diciembre de 2018

Día 4 - Koh Mak


Como el día anterior habíamos dejado prácticamente todo preparado para el traslado, nada más terminar de desayunar nos llevaron al muelle para coger la lancha rápida para ir a Koh Mak. Pensaba que nos llevarían al muelle al que llegamos, pero la lancha se cogía más cerca, en el muelle en donde habíamos comido el primer día que cogimos las motos. Después de esperar un poco nos montamos en la lancha y arrancamos para remontar un poco el río para recoger gente para después salir al mar y parar en otro par de sitios antes de encarar dirección Koh Mak.

Ko Mak es la isla más pequeña de las tres en las que nos íbamos a quedar y está a medio camino de Koh Kood y Koh Chang. La isla me resultó muy comoda, todo está cerca yendo en moto, porque desde que llegamos alquilamos una y apenas había tráfico, al igual que en Koh Kood casi todos los coches eran pick ups para llevar cosas o gente. El trayecto hasta Koh Mak fue tranquilo, el mar no esta agitado y en apenas una hora llegábamos a la isla. Allí nos estaban esperando para llevarnos al hotel.


 El hotel en donde nos quedamos se encuentra en el lado oeste de la isla, era pequeño, ocho bungalows alrededor de una piscina y una playa pequeña. El problema de Koh Mak es que las playas tienen moscas de arena, así que además de embadurnarte de crema hay que usar aceite de coco para que se queden pegadas y no piquen. Por lo demás, la isla es perfecta, aunque la playa del resort me gustó menos que la del anterior, pero la piscina estaba mejor, aunque cuando llegamos estaba tomada por unas parejas danesas que se estaban calentando por dentro y por fuera y tenían su propia fiesta en ella. La verdad es que eran un tanto molestos, porque el sitio es la mar de tranquilo.

Una vez instalados, nuestro bungalow ya estaba listo, cogimos las motos para dar una vuelta. Lo primero que hicimos fue ir a tomar algo al punto más alto de la isla, que tampoco es muy alto, ya que en general la isla es bastante llana y tras refrescarnos un poco estuvimos en un muelle que tenía un bar y desde el que se veía un pequeño arrecife, tenía pinta de ser un sitio la mar de interesante para hacer snorkel. Ya era hora de comer, así que cruzamos la isla para ir a un restaurante donde ponían pescado principalmente.


 Junto al restaurante hay una casa museo tradicional tailandesa, era curiosa, más que nada porque tenían un montón de cosas con las que podíamos ver como han ido evolucionando al paso de los años. La comida, como no podía ser de otra forma fue pescado, además de una sopa de pescado y unos cangrejos blandos crujientes que se comía todo. No me gustan los cangrejos, pero como no tenía que estar trasteando con ellos para sacar una pizca algo que comer los probé, no estaban mal, pero tampoco me entusiasmaron. Tras la comida volvimos al hotel en donde seguían los daneses en la piscina a lo suyo. Fue el primer día que descansamos un poco a medio día, pero entre el madrugón y el viaje nos vino bien un rato de descanso.

Después del rato de descanso salimos a la piscina, en donde seguían los daneses, pasamos un rato y nos dimos un paseo por la playa para ir al resort de al lado, al que Amaia y Patxo llamaban el de los hippies, porque era bastante hippie, en donde nos tomamos uns granizados bastante ricos. Por la playa aprovechamos para hacer algunas fotos del ocaso y para ver algunos cangrejos ermitaños que había. Cuando llegamos al hotel ya apenas había luz y nos preparamos para salir a tomar algo y cenar.

El día que llegamos a Koh Mak se celebraba en Tailandia el Loi Krathong, que coincide con la luna llena de Noviembre y en donde los tailandeses sueltan en el agua los Loi Krathong que son una especie de barquitos hechos con plantas, hojas y flores a los que se les ponen velas y se sueltan en el agua para que se lleven las cosas malas y traigan las buenas. Así que aunque en el bar de los hippies iban a soltarlos cogimos las motos y fuimos al muelle principal en donde tenían puestos de comida a lo largo del mismo y al final había un escenario en donde estaban dando unos premios, o eso entendíamos y por detrás la gente se dedicaba a soltar los loi Krathong en el agua.
Había un montón de gente, la verdad, entre turistas y locales la mayoría de la isla debía estar por allí. No probamos nada en ninguno de los puestos y nos fuimos a buscar algún sitio en donde cenar.


 Antes de cenar decidimos parar en un sitio a tomar algo. Nos atendió un occidental, que estaba tomándose unas cervezas con unos amigos y nos dijo que si queríamos cenar, que nanai, que estaba su mujer en el muelle, como le dijimos que sólo queríamos bebidas, nos dijo que vale, pero que no fuera muy complicado... el caso es que nos puso tres vinos en copas de brandy y una coca cola. Estábamos tranquilamente a lo nuestro cuando llegó la mujer, que era la dueña del sitio y nos pidió disculpas por la atención recibida, además de tener algunos intercambios de palabras con el hombre. Nos dijo que nos invitaba a otra ronda, pero como era tarde y teníamos que buscar un sitio y no queríamos que nos volviera a pasar como hacía dos noches con el sr. paciente, declinamos la invitación y nos fuimos a buscar un sitio para cenar. Aunque antes la dueña nos dio un par de Loi Krathong para que los soltaramos en el agua.


 Así que paramos en el hotel a soltar los Loi Krathong y después salimos abuscar un sitio para cenar. Al final paramos en un sitio de los pocos que estaban abiertos, ya que la mayoría de la gente estaba en el muelle y la verdad es que cenamos bastante bien, además de tener un servicio bastante rápido esta vez. Al terminar de cenar, como no había casi nada abierto nos volvimos al hotel en donde nos tomamos algo en el bar y después terminamos en la terraza del bungalow charlando un poco.

martes, 18 de diciembre de 2018

Día 3 - Koh Kood


El segundo día en Koh Kood lo dedicamos a explorar la isla, ya que teníamos el alquiler de la moto aún, fueron 24h, la mañana la aprovechamos con ella. No me hacía mucha gracia aún, además durante el desayuno comenté que iba un poco tenso y se me habían cargado los brazos, así que decidimos no ir muy lejos y a mi ritmo, más o menos paso tortuga, por lo cual descartamos ir a otras cascadas y acercarnos al muelle de Nam Leuk. En un cruce que había un stop y algo de arena se me fue un poco la moto y nos dimos un susto, pero bueno, no pasó nada y terminamos llegando al muelle.


El muelle no parecía estar en uso, más bien todo lo contrario, se encuentra entre dos playas  y junto a una de ellas estaban montando una especie de mercadillo. Estuvimos un rato por allí haciendo algunas fotos pero tampoco daba para mucho, así que decidimos probar el ir a las cascadas de Khlong Yai Ki, total, habíamos tardado menos de lo pensado y nos quedaba un buen rato de moto y yendo despacio yo no iba mal. El no haber ido directamente es que además de estar un poco lejos la vez anterior que habían estado Patxo y Amaia había un camino nada más y bastante roto, con lo cual a mi ritmo podíamos tardar un poco, o ni llegar, porque no me iba a meter por un sitio donde se me complicaran demasiados las cosas. Así que en menos de lo que habíamos pensado llegamos a la cascada, desde la última vez que habían estado habían preparado el camino y ahora era una pista de cemento, como todas las carreteras de la isla, con lo cual el acceso no suponía mayor problema.


Esta vez si que me había llevado la cámara, pero no el trípode, así que estuvimos haciendo alguna foto apoyando la cámara, pero como tampoco me había llevado el intervalomentro no pude hacer las fotos con el efecto que me hubiera gustado. El caso es que tampoco había mucho que ver y decidimos seguir haciendo turismo, pero más por la zona del hotel, pero como a la salida del desvío a la cascada nos fuimos por otro camino terminamos en el muelle en donde habíamos llegado desde Trat. El sitio tiene su encanto, es un pueblecito de pescadores y al lado hay un templo con un buda enorme, aunque el templo en si está manga por hombro. Estuvimos un ratito viéndolo y después, cuando empezaron a llegar las pick ups con los turistas que se iban en el siguiente barco nos fuimos a tomar algo a un bar a pocos metros del pueblo.


Ya era hora de volver al resort, así que salimos de allí y esta vez no nos despistamos y llegamos justo poco antes de las 24h al resort para devolver las motos, aunque antes paramos en el sitio que habíamos estado la noche anterior a tomar algo. Como era la hora de comer nos acercamos al resort de al lado, pero no tenían la cocina abierta así que nos volvimos al nuestro para comer. Después la tarde la pasamos entre la playa y la piscina, haciendo lo que se hace cuando estás de vacaciones. Por la noche volvimos al resort de al lado, que esta vez si tenía la cocina abierta. Además nos atendió una chica de Alicante que estaba recorriendo un poco la zona de turismo, pero a la vez en donde se queda trabaja unos días para poder ir financiando el resto del viaje. Pedí un curry Masamann, el primer curry que comía en Tailandia en este viaje, nos resultó raro que en vez de ponerme unos trozos de pollo me pusieran una tajada, no había problema tampoco, la cena estuvo bien y nos volvimos al resort a preparar las cosas que al día siguiente, temprano, teníamos que trasladarnos a Koh Mak, la segunda isla de nuestro viaje. Probamos a ver un poco Netflix, pero como las dos noches anteriores el sueño pudo más y a los cinco minutos cortamos y a dormir.


lunes, 17 de diciembre de 2018

Día 2 - Koh Kood



La primera noche dormí bastante, lo cual estuvo bastante bien para ir adaptando el cuerpo al horario local. El resort tenía desayuno incluido, consitente en un buffet con diferentes cosas, la verdad es que estaba bastante bien, además había un chico donde te preparaba huevos fritos en una plancha y bacon. Al terminar de desayunar nos fuimos a la playa a pasar la mañana, era el plan de la mañana. Como cuando llegamos ya no había ninguna hamaca libre, así que cogimos las del bungalow y pasamos la mañana entre baños y tumbados en las hamacas... vacaciones...
Para la tarde cogimos unas motos. Esto era lo que menos gracia me hacia del viaje. No he cogido muchas veces una moto y no estaba muy seguro de como me iba a ir con ella, y menos teniendo que llevar paquete, aunque la verdad es que no me he enterado que llevaba a Lorena detrás, no se movió nada, con lo cual me facilitó las cosas bastante. No fui muy suelto, cuando había algún coche detrás me sentía un poco incomodo, pero también es cierto que, a pesar de lo que pensaba en un principio fueron bastante pacientes para adelantar y no me molestarion en ningún momento. La ventaja de las motos es que nos permitieron movernos por la isla y lo primero que hicimos es ir a comer al lado de un embarcadero para ir luego a las catáratas de Klong Chao.

 Me arrepentí bastante de no haber llevado la cámara, porque el sitio estaba muy bien y hubiera podido hacer alguna foto chula de catárata. Estuvimos un ratito por allí y luego fuimos a tomar algo a un bar, Sunset Bar, se llamaba, que me recordó un poco al café del mar de Ibiza. Cuando terminamos, volvimos al resort a ducharnos y embadurnarnos de anti mosquitos.


Si coger la moto por la tarde  no me ilusionaba mucho, por la noche, menos todavía, pero bueno, al final tengo que reconocer que al no haber demasiado tráfico no fui muy mal del todo. Nos paramos a tomar algo en un sitio con una vista de la isla, pero como era de noche, no es que vieramos mucho, pero a cambio el granizado de piña estuvo de muerte. Ya iba siendo hora de cenar, así que estuvimos buscando un sitio y terminamos en un cutre sitio junto a un cruce, encima de una charca... cinco mesas, todas ocupadas y un cartel que rezaba "Paciencia sólo un chef", eso nos debía haber dado una idea de lo que íbamos a tardar, pero hasta que nos sirvió el primer plato que habíamos pedido, unas alitas de pollo, plato con un misterio de elaboración importante, tardó la friolera de una hora y cuarto, a partir de ahí, a pesar de haber dos platos iguales nos fueron llevando los platos de uno en uno. Esa había sido una de las coñas que habíamos tenido para la lentitud del servicio, pero al final se convirtió en realidad, iban haciendo un plato de cada vez, al terminar creo que debimos llegar a las dos horas desde que nos sentamos, ¿por qué no nos fuimos viendo el percal? pues porque era tarde y ya no íbamos a encontrar nada abierto, pero la verdad es que el servicio fue bastante nefasto y la comida nada del otro mundo, aunque comestible, menos mal, a su favor, que fue barato. Después de eso, vuelta al resort y a dormir, aunque hicimos un amago de ver algo en Netflix.

martes, 11 de diciembre de 2018

Día 1 - Viaje a Tailandia (Koh Kood)

 


La primera etapa del viaje consistió en llegar a Koh Kood, la primera de las tres islas que íbamos a visitar, estar, en este viaje. El viaje comenzaba pronto, muy pronto, a las 6:20h de la mañana debíamos estar en Barajas para facturar, ya se sabe, dos horas antes de la salida del vuelo, al final es un tiempo aproximado, pero en mi caso siempre prefiero estar antes de tiempo, que nunca se sabe.
Después de una noche sin dormir Miguelito hacía el favor de llevarme al aeropuerto en donde ya me estaban esperando Amaia y Lorena. Una vez juntos nos fuimos a entregar las maletas, ya habíamos hecho el auto check-in anteriormente, pero aún así nos imprimieron las tarjetas de embarque y dejamos las maletas que tendríamos que recoger en Bangkok, destino final, aunque antes, al volar con Qatar, teníamos escala en Doha.
Como salíamos de T4S nada más pasar el filtro de seguridad nos fuímos a coger el APM para llegar allí y así nos quitábamos de en medio los tramites de seguridad y pasaporte. El embarque empezó con un poco de retraso, pero como el avión no iba lleno se hizo rápido. Se suponía que íbamos a volar en A350, pero Qatar cambia bastante los equipos y desde hacía unas semanas casi todas las frecuencias se hacían con B788, me fastidió un poco el cambio porque quería probar el A350.
El vuelo a Doha son unas seis horas, no se hicieron demasiado largas, por que entre los dos servicios de comida y el rato que estuve durmiendo se me pasó enseguida, eso si, detrás de nosotros tuvimos a un grupito de plastas que estuvieron rascando todo el vuelo, pero cuando digo todo, es todo, unos plastas de mucho cuidado, porque además ¿para qué van a bajar la voz si se puede conversar como el que está en el bar tomando unas cañas con los amigos? Lo peor de todo es que iban a coger también el avión a Bangkok y  nos podía tocar de nuevo su "grata" compañía.
El nuevo aeropuerto de Doha no tiene nada que ver con el antiguo y es bastante chulo y amplio, sigue la tendencia de ser casi más un centro comercial que un aeropuerto, en este caso además había tiendas propias de marcas, casi todas ellas bastante caras. Como teníamos un buen rato, más de dos horas, estuvimos paseando un poco y haciendo tiempo. La cobertura wifi para el móvil no era muy allá y se me estuvo desconectando continuamente, aunque aproveché un poco para pokemonear algo, aunque poco, la verdad.

El vuelo a Bangkok también empezó con algo de retraso, en este caso nos tocaba volar en un B773 y la verdad es que estaba muy nuevo por dentro, tenía la nueva cabina de Qatar y me gustó bastante, a pesar de la odiosa configuración 3-4-3, que en nuestro caso fue en las últimas filas 3-3-3 y en los tres centrales, que eran los únicos sitios que cuando hice el check-in nos permitían estar a los tres juntos.  Esta vez el vuelo fue nocturno y nada más terminar el servicio de cena me dormí y me desperté para el desayuno, así que muy bien. Esta vez nuestros "amigos" los brasas no estaban cerca y no hubo ningún sustituto, así que fue un vuelo de lo más comodo.
El recuerdo que tenía de la anterior vez que estuve en Tailandia es que el aeropuerto de Suvarnabhumi tenía una inmigración lenta, pero esta vez tardamos bastante poco en pasar el trámite y cuando llegamos a la cinta ya estaban nuestras maletas, así que en muy poco tiempo estábamos fuera esperando a Patxo. Como habíamos quedado con él frente a las tiendas de tarjetas telefónicas aproveché para comprar una de datos para pokemonear un poco.

Tras esperar un poco a que llegar empezaba la parte más pesada del viaje, el ir al sur, al muelle de Laem Sok para coger el barco a Koh Kood. Patxo y Amaia habían reservado un shuttle desde el aeropuerto, así que cuando estuvimos los cuatro nos montamos en la furgoneta y a pasar otras cuatro horas de viaje hasta el muelle. La idea que teníamos era el no dormir, así que el viaje lo pasé viendo dos capítulos de Daredevil, viendo el paisaje y como conduce la gente por estos lares. Antes de llegar paramos en una gasolinera y pudimos estirar un poco las piernas, además de comprar alguna cosa para comer algo y matar el hambre. Al final llegamos con tiempo al muelle en donde teníamos que coger el ferry hasta la isla, otra hora y pico, que aproveché para adelantar esto.

Una vez que hemos llegado a Koh Kood al muelle de Ao Salad nos han montado en una de las pick up que estaban esperando. Distribuyen a la gente que viene en el ferry y la llevan a donde sea. No se cuantas habría pero una docena o así seguro, en la nuestra íbamos nosotros cuatro y otros cinco o seis más, asi que íbamos algo apretados. El viaje hasta el resort no fue muy largo, la isla es relativamente pequeña, pero un tanto incomodo, ya que íbamos apretados, las cuestas y estar pendiente de que no se fueran las maletas volando en algún momento. El tiempo se había ido cubriendo un poco y estaba amenzando tormenta.

Una vez en el resort nos asignaron las cabañas y una vez instalados empezó a caer una buena tromba de agua, así que esperamos a que escampara un poco mientras nos instalábamos y una vez paró volvimos a la recepción, que es donde estaba el restaurante y comimos algo para matar un poco el hambre, ya que no era la hora de la comida, pero tampoco la cena, así que decidimos comer algo ligero y cenar más tarde en condiciones. Al terminar de comer el cielo no se había abierto, pero había parado de llover y nos fuímos a la playa. La playa estaba bastante bien, la verdad, con sus típicas palmeras, un columpio y en el extremo contrario un bar playero donde alquilaban kayaks, gafas de buceo... Al final pasamos la tarde entre la playa y la piscina, en donde el agua estaba más a una temperatura de mi gusto, algo más fresca, porque la de la playa, aunque no llegaba a ser el caldo del Mediterráneo, estaba bastante caliente, así que me dedicaba a buscar corrientes frías. Aprovechamos también, ya que había tormeta a lo lejos,  para hacer algunas fotos. Al ser el primer día también cenamos en el resort y una vez terminamos nos fuimos a las casitas a descansar. Empezamos a ver una serie en Netflix, pero nos estábamos quedando dormidos, así que decidimos dejarlo para otro día después de cinco minutos.