Por un
día las previsiones se equivocaron y el día amaneció, como el anterior con sol.
El plan del día era acercarse al Ticks de Times Sq. y ver si podíamos pillar
alguna entrada para algún musical de Broadway con descuento.
Resulta que los lunes no hay demasiados
musicales, así que las entradas en vez de ponerse a la venta a primera hora, se
ponen a partir de las 3 de la tarde, así que el paseo fue un poco a lo tonto y
casi volvimos por donde habíamos ido para bajar a los muelles para entrar en el
Intrepid.
El
Intrepid es un antiguo portaviones que dio servicio durante la segunda guerra
mundial en Japón y luego estuvo en diversas misiones hasta su retirada en 1974,
ahora es un museo donde, además del navío se exponen diversos aviones, entre
ellos un Concorde y un SR-71 Blackbird y también se puede visitar el USS
Growler, uno de los primeros submarinos lanzamisiles.
El
museo está bien, pero muy lejos de la colección de aviones que había en
Washington, además, el SR-71 me pareció de maqueta, no se, no lo vi igual que
el del año pasado, supongo que serán cosas mias. La mayoría de los aviones
expuestos eran de los que se operan desde un portaaviones.
Parte del navío ha sido restaurado para que la
gente se haga una idea de como era la vida a bordo, lo más curioso era la sala
donde almorzaban, estando entre 8 y 10 meses de servicio, se cansaban de ver
continuamente el mismo metal por todas partes, así que la sala era variada de
decoración de vez en cuando y la había puesto como si fuese el típico bar
américano de hamburguesas con temas de vaqueros. El puente de mando, la sala de
radio y todos los sistemas de navegación son los de la época, así que poco o
nada que ver con los actuales.
El USS
Growler se ver rápido, lo más curioso es que era pilotado por tres personas,
una para girar hacia babor o estribor, otro para la parte delantera y otro para
la trasera, para compensar, en la sala de motores se recibian las ordenes de la
sala de mando para darle más o menos potencia al submarino.
Cuando terminamos era practicamente la hora de
comer, y tras hacer otra parada técnica para compras, nos fuímos al hotel y, de
paso, comimos en el restaurante.
El hotel está muy bien, es de estilo moderno y a
todas horas parece que estés en una sala de fiesta en vez de en un hotel.
Por la tarde nos acercamos de nuevo al Tickts,
pero de camino entramos en el museo de cera. Primer museo de este tipo que
visito y bueno, no está mal, pero mientras que algunos personajes si que está
conseguidos otros no lo están tanto. Finalmente llegamos al Tickts y la verdad
es que yo no estaba muy por la labor de ver musical y a Noe le daba igual, así
que, nada, nos fuímos a la Biblioteca Pública, pero cuando llegamos acababan de
cerrar.
El tiempo, como el día anterior había cambiado y
estaba cubierto y, de vez en cuando, lloviendo, así que era un poco molesto el
pasear, que es el único plan que nos quedaba, estuvimos entre la cuarta y la
quinta viendo cosas y nos acercamos a Pennsilvania Station, otro de esos lugares
que uno está cansado de ver en película, sobre todo el vestíbulo principal. De
un lado a otro terminamos llegando a la tienda Sony, para que nos dijese el de
la puerta que estaba cerrado...
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