domingo, 2 de diciembre de 2012

Día 5 - Múnich


El último día del viaje tenía la idea, en principio de pasarlo spotteando, pero como no se levantó el día en condiciones me decidí por la visita al palacio de Nymphenburg. Empezado a construir en 1664 como residencia de verano de la familia real de  Baviera, el edificio central se termina de construir en 1675, durante los años posteriores se suceden las ampliaciones y cambios en el palacio hasta dejarlo en su forma actual. Los jardines se abren al público en 1792 y en su interior hay diversos pabellones que están incluidos en la entrada combinada, excepto en la termporada de invierno, de marzo a mediados de octubre, así que mi visita consistió al complejo principal y al Marstallmuseum, donde se exponen carruajes de la  familia real.

La visita consiste en diversas estancias con sus decoraciones barrocas originales en algunos casos y en otras las redecoraciones rococó y neoclásico. Lo más impresionante es el salón de piedra, que es la estancia principal, un salón con unos frescos en el techo de Zimmermann. El salón tiene la altura equivalente a tres pisos, con lo cual la luz natural que entra a trevés de las multiples ventanas da mucha sensación de amplitud a partir de esta estancia central se abren las dos alas visitables del palacio.


Cuando terminé de pasear por las diferentes habitaciones, entre ellas la galería de bellezas del rey Ludwig I salí a los jardines a buscar los diferentes pabellones, que aunque no iba a poder visitar, si por lo menos ver por fuera. Empezé el recorrido por el lado derecho, así que la primera parada iba a ser la Magdelenenklause, un edificio "ruinoso" construido entre 1725 y 1728 como lugar de meditación y lo de ruinoso entre comillas, porque se construyó así y da el pego. Como el día anterior había nevado, según iba paseando por los jardines se iba oyendo el ruido de los trozo de hielo caer al suelo desde los árboles, una sensación a la que no estoy muy habituado y que mola, aunque no que te caigan encima. Después siguiendo por el lateral derecho llegué a la Pagodenburg, que se encuentra frente a un estanque. Es el pabellón más pequeño de los que hay.


Luego llegué hasta el final del estanque central, donde hay una casacada, pero como estaba vaciado el estanque que la alimenta, pues me quedé con las ganas de verla. Después de pasar por el Monopteros, que es un templete con columans totalmente abierto fui hacia el Badenburg y el Amalienburg que es refugio de caza. También están las casas de bombas, desde donde se alimenta de agua a las fuentes, pero que también estaban apagadas, así que la visita ha sido un poco descafeinada, pero al menos ya pude entrar en más sitios que mi vez anterior, que cuando me acerqué eran las 16:00h que es cuando cierran y sólo estuve un ratito por el jardín pero sin explorarlo a fondo.

A la izquierda del edificio principal del palacio están las caballerizas, donde se encuentra el Marstallmuseum, donde se exponen los carruajes y trineos de diferentes épocas, además de retratos de caballos, las cinchas con los que adornaban a los caballos dependiendo de la ocasión y un carruaje funebre. Algunos de los carruajes son auntéticas pasadas de lo recargado y tallado, además de ser dorados.


Al terminar en vez de acercarme a la fábrica de porcela me fui hacia el tranvía para ir al centro a comer, aunque antes estuve haciendo algunas fotos de bichos en el estanque de entrada. El tiempo durante la mañana había cambiado y me estaba arrepintiendo un poco de no haberme acercado a spottear, o incluso de ir en ese momento, pero al final me fui hasta la Karlsplatz y de allí andando a la zona de la Marienplatz para comer. Al final entré en un sitio frente al restaurante de la noche anterior y comí unas albondigas con ensalada de patata que estaban muy ricas, además tenían dos salsas, una de mostaza con tomate y la otra supongo que llevaría aguacate por el color verde y tenía un ligero toque picante muy rico. De postre una tarda de queso que estaba de muerte, además de una presentación muy chula en un frasco. A la salida me cargué sin querer un vaso con bolitas que tenían en la mesa de decoración, me dio un poco de vergüenza, la verdad, un fallo tonto.


Después de esto tenía aún poco de tiempo para pasear por el centro antes de ir al hotel a por la maleta y encaminarme al aeropuerto, así que estuve paseando viendo los puestos de navidad y comprando alguna cosa de recuerdo. Como el primer día cuando entré en la catedral estaban en medio de un oficio no vi nada, así que esta vez sí, volví a entrar y ver la pisada del diablo. La leyenda dice que el diablo entró en el templo y al no ver ninguna ventana se empezó a mofar, ya que no tenía ningún sentido un edificio así sin ventanas, pero pronto cayó en su error y se puso furioso, intentó derribar las inmensas vidrieras soplando pero no le fue posible, pero si que dejó su huella en el punto desde el cual no se ve ninguna de las vidrieras. La del fondo que se ve actualmente, antiguamente estaba cubierta por un retablo.

Cuando salí ya era la hora de ir al hotel y marchar al aeropuerto, a la terminal 2 desde donde salía mi vuelo. Aunque cuando salí de Madrid me advirtieron del posible sobrepeso de la mochila cuando llegué a facturar no tuve ningún problema, le pregunté si ponía a pesar la mochila y me dijo que no hacia falta... Los filtros de seguridad en Alemania tienen poco que ver a lo que veo en Barajas todos los días, mucho más personal, y los arcos deben de ser más sensibles, porque pité. En vez de como en Madrid que el segurata te hace la inspección a mano, aquí usaron un detector de metales, supongo que es lo lógico, que me pasaron por todo el cuerpo, incluso por la suela de las zapatillas, después cuando pasó la mochila de la cámara, como esperaba me la hicieron abrir, después me pidieron que encendiese la cámara y que quitase la tapa del objetivo, miró a través y bien, luego con el resto de objetivos lo mismo, quitarles las tapas y mirar a través de ellos... como llevaba todo el equipo, pues cinco veces repetimos la operación, además de cotillear por el resto de huecos. La verdad es que no me molestó para nada, pero si hubiese ido con la hora pegada no pillo el avión jajaja
Mi primera experiencia con Lufthansa ha sido muy positiva, tanto a la ida como a la vuelta me dieron de comer, no un sadwich o un tentempié, si no la típica ración de comida de largo recorrido, que vale, no es nada del otro mundo, pero en IB si quiero comer algo lo tengo que pagar, si esto no fuese suficiente en la terminal 2, al menos, la wi-fi es gratis y cada cuatro puertas hay máquinas de café y periódicos gratis para los pasajeros, lo mismito que en la T4 de Barajas, por poner un ejemplo, también desde el momento que saqué la tarjeta de embarque en el check-in on-line me mandaron la puerta de embarque, como la cambiaron recibí un sms con el cambio de puerta, el mail de recordatorio de vuelo era una guía completa, enlaces a atracciones de Múnich, la previsión del tiempo para los primeros días... creo que esto es lo que espera un cliente de una aerolínea de bandera o de red. IB se supone que también es aerolínea de bandera, pero el servicio es lowcost, aunque para lo que le queda, ya que se la están cargando, supongo que da lo mismo.

De vuelta a Madrid el piloto le dió cera o teníamos mucho viento de cola, porque saliendo media hora más tarde de lo previsto sólo llegamos 5 minutos más tarde de la hora programada. Un díez para Lufthansa y por si alguien tiene interés, el precio del vuelo ida y vuelta fue de 130€.